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Venezuela: narcoestado

[caption]Cartel de los soles (izq. a dcha.): Hugo Carvajal, Henry Rangel Silva, Ramon Rodriguez Chacin, Cliver Alcala.[/caption]

Recuerdo un comentario en un intercambio con Moises Naím hace unos años “fijate como la droga proveniente de Sudamerica ahora está entrando en Europa por África. Investiga para que veas...” Me puse a investigar el tema y escribí un articulo titulado “The Venezuela Connection”, que fue publicado en RealClearPolitics, donde narraba cómo autoridades europeas y africanas estaban interceptando alijos de droga cada vez mayores que compartían la particularidad del origen:

On April 11 2006, Mexican authorities seized 5.5 tonnes of high purity cocaine in Ciudad del Carmen's airport. On August 3 2005, Dutch tax authorities and the sea harbour police seized 4.6 tonnes of cocaine in Rotterdam, the largest ever haul in the Netherlands. On October 13 2005, Spanish police seized 3.5 tons of cocaine in a fishing boat bound for Spain. On September 16 2005, 691 kilograms of cocaine were seized in the Tuscan port of Livorno, Italy. On December 14 2004, 1.141 tonnes of cocaine were seized in two separate operations in Kenya, the largest ever seizure in Africa. On May 16 1999, a Saudi prince, Nayef bin Sultan bin Fawwaz Al-Shaalan, smuggled 1.993 tonnes of cocaine into Paris on his personal aircraft under diplomatic immunity.

Aside from these major drug hauls, in most cases the greatest ever made in each of the countries, countless individuals have been arrested in European and North American airports for attempting to smuggle drugs. It is by no means coincidence that all the aforementioned cargos, huge or modest, originated in Venezuela; neither is it the periodicity of the apprehensions, which are in an ever augmenting curve.

Venezuela, under Hugo Chavez's tenure, has become, for all intents and purposes, a gangster's paradise...

Ya no era Colombia sino Venezuela, desde donde los carteles estaban despachando la merca.

El difunto Hugo Chavez, con el incesante flujo de escándalos que generaba, contribuía significativamente a ahogar noticias sobre cómo Venezuela se había convertido en el país desde el cual el grueso de la cocaína producida en la región entraba en los mercados internacionales. El Informe Mundial Sobre Las Drogas de las Naciones Unidas reportaba en 2010 que “entre 2006 y 2008, más de la mitad de las expediciones de cocaína por vía marítima hacia Europa que se habían detectado salieron de Venezuela.” De igual forma África se convirtió en destino alternativo en ruta de tránsito de la droga hacia Europa. Rara reforzar el punto, cómo olvidar a Alexander Schmidt, de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), informando desde Gao (Mali) que un Boeing proveniente de Venezuela con un cargamento de hasta 10 toneladas de cocaína fue incendiado por narcotraficantes después se estrellarse el 5 de noviembre de 2009. Pareciera que no sólo por mar es la cosa.

Hace apenas unos días la prensa mundial informaba sobre un alijo de 1,3 toneladas de cocaína descubierto en un vuelo de Air France, también proveniente de Venezuela. Ahora, puede alguien argumentar que lo sucedido en Mali y en Francia son hechos aislados? Qué decir de las 5 toneladas y media de cocaína de alta pureza confiscadas en el aeropuerto de Ciudad del Carmen en abril de 2006? El Boeing siniestrado en Mali no partió del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Caracas, pero el Air France y el avión que transportaba más de 5 toneladas si lo hicieron. Cómo explicar que tal cantidad de droga pueda colarse a los compartimentos de carga de aviones comerciales en el principal aeropuerto de un país sin que las autoridades se den cuenta? Y si acaso el tamaño de dicho aeropuerto presenta obstáculos ineludibles a la hora de mantenerlo vigilado, qué decir de los 1.200 kilos de droga embarcados en una avioneta en 2012 en la base aérea de La Carlota, ubicada prácticamente en el centro de Caracas y en manos de los militares venezolanos? 

No, el tema del aumento del trafico de droga desde Venezuela no puede ser excusado fácilmente. Un gobierno que no ha tenido problemas en apoyar a grupos narcoterroristas colombianos, como las FARC, poca credibilidad puede tener a la hora de explicar dicho fenómeno, que ni es casual ni puede atribuirse a “factores desestabilizadores”, léase la Drug Enforcement Administration (DEA), como han pretendido tanto Chavez como su sucesor. Alfredo Meza comentaba en El País hace poco que el “magistrado del Tribunal Supremo de Justicia, Eladio Aponte Aponte, acusó en Estados Unidos a altos cargos del Gobierno del fallecido presidente Hugo Chávez de relaciones con el narcotráfico... Dijo el magistrado que recibió presiones del alto gobierno para liberar a un subalterno del comandante Pedro Maggino, acusado en 2005 por la aparición de dos toneladas de drogas en un batallón de cazadores del estado de Lara.” Lo que no comentó Meza, fue que Aponte Aponte señalo a Antonio José Morales Rodríguez (alias "el catre"), ahijado y colaborador de confianza de Hugo Chavez, como una de las fuentes de dichas presiones. Es decir, cuando el ahijado del presidente anda protegiendo narcotraficantes, qué se puede esperar de la máxima magistratura del país? Ya sabemos qué se puede esperar: 

- ignorar informes militares detallados de campamentos de narcoguerrilla en Venezuela, como el presentado primero por el General Nestor Gonzalez Gonzalez y luego por el General Manuel Rosendo a Hugo Chavez en 2001 y 2002 respectivamente;

- fotos en las escaleras de Miraflores, de un sonriente Hugo Chavez abrazando a Ivan Marquez y a Piedad Cordoba, y todo tipo de declaraciones en apoyo a las FARC;

- romper relaciones en reiteradas ocasiones con Colombia -segundo socio comercial de Venezuela- por culpa de las FARC;

- ascensos y promociones a altos cargos del régimen designados por el gobierno de los EEUU como colaboradores de las organizaciones narcoterroristas de Colombia, como en el caso del “cartel de los soles” conformado por Henry Rangel Silva, Hugo Carvajal, Cliver Alcala, y Ramon Rodriguez Chacin;

- persecución y cárcel a oficiales que osan anteponer la ley a arreglos políticos con criminales solicitados por la justicia internacional, como el caso del Teniente Coronel José Humberto Quintero, quien fue encarcelado por más de 4 años y torturado por el “delito” de arrestar en Caracas a Rodrigo Granda, también conocido como el “canciller de las FARC”. 

Recuerdo también la respuesta del ex Vice Presidente de Colombia, Francisco Santos Calderon, cuando le pregunté en 2010 qué opinaba sobre Venezuela y su primacía como puerto de salida de la mayor parte de la cocaína que se producía en Colombia, y sobre la posición de Colombia con respecto a la relación de apoyo y connivencia del régimen de Hugo Chavez para con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). La pregunta ciertamente causó incomodidad y Santos evadió responder de forma concreta. 

Es el elefante blanco que nadie quiere ver, y por mucho que incomode, o se niegue, Venezuela ha devenido en un narcoestado. Los que deberían estar luchando contra el terrible flagelo de las drogas son parte del negocio, parte del problema, y los que luchan contra el trafico de droga terminan pagando un precio muy alto, independientemente del rango que ocupan. Mientras se siga culpando que si a la DEA, que si al Imperio, en lugar de cumplir y hace cumplir la ley, pues los “traquetos” seguirán haciendo en Venezuela lo que les venga en gana.