En el 2008, comenzé a trabajar con la Human Rights Foundation. Una de las primeras misiones en las que participé fue asistir como observador internacional al referendo autonómico de Santa Cruz, en Bolivia. Morales no es muy bien visto en Santa Cruz. En conversaciones privadas, con líderes políticos y funcionarios públicos del departamento, pude constatar que Morales es percibido como un peón de Chavez y los Castro, como un apátrida cobarde, y hasta como homosexual, condición despreciada en lugares donde el machismo es la norma. Por ello no es de extrañar que Morales ha sufrido Human Rights Foundation-Bolivia. Uno de los integrantes de dicha ONG, Hugo Achá, parece haberse reunido y conversado telefonicamente con uno de los sospechosos asesinados por el dizque magnicidio, Eduardo Rozsa Flores. La asociación no se hizo esperar: el gobierno de Morales, y unos cuantos apólogos de la izquierda radical, raudos acusaron a la Human Rights Foundation de estar involucrada en un complot internacional contra el gobierno de Bolivia. Pero tal cuento, como todos los creados por los fanáticos del comunismo, tendría sus horas contadas.
Hoy sabemos que todo ha sido un montaje del gobierno de Evo Morales para eliminar a sus adversarios políticos, maniobra en la cual tres personas fueron vilmente asesinadas mientras dormían. Sabemos también que el gobierno de Evo Morales pago sobornos a un colaborador de Eduardo Rosza Flores (ver video aqui). Cables diplomáticos publicados por Wikileaks confirman que Hugo Achá se encontraba en realidad investigando la masacre de Pando, organizada, financiada y coordinada por Juan Ramon Quintana, ministro de la Presidencia de Bolivia y mano derecha de Evo Morales, como ha sido revelado por testigos del caso.