Londres 25.03.2012 | Menos mal que el caudillo tiene esa fascinación por Cuba, y por el dictador Fidel Castro. Menos mal. Gracias a la providencia, no joda, que el golpista siente esa admiración por el comunismo, y está absolutamente embelesado con la dictadura cubana. Demos gracias. Hemos de darlas, y hemos de aupar al Chavez a que continue tratando su cancer en Cuba. Que a nadie se le ocurra criticarlo, y menos sugerirle que cambie su lugar de sanación predilecto, ni a sus médicos o de centro hospitalario. Ni de vaina. Que siga yendo a Cuba, fiel a sus principios. Que siga en manos de ineptos, administrando tratamientos retrógrados, con equipos y tecnología deficiente. Que siga imponiendo su voluntad sobre la de los que supuestamente saben cómo tratarlo. Esperemos que el culillo a revelarle al mundo la realidad de su enfermedad lo mantenga en vilo, en guardia, y convencido de la supremacía de la medicina cubana, y de su propia infalibilidad. En suma, esperemos que la enfermedad, y el consiguiente acercamiento del momento de la muerte que la acompaña, no vayan a obrar un milagro en el caudillo, y se vaya a dar cuenta que la medicina comunista, y sus métodos, son de lo peor del mundo.
Imagínense el prospecto, si en lugar de tratarse en lo que es probablemente el peor sistema de medicina y salud del mundo occidental, exceptuando a Haiti, Chavez decide ir a tratarse a los mejores centros oncológicos del imperio, capaz y nos lo tenemos que calar hasta el 2030!
El futuro de Venezuela, y el retorno de la democracia, dependen más que nunca de Cuba, de sus babalaos, dictadores y consejeros, de su medicina chimba, de sus estadísticas apañadas, de la falacia sobre su sistema de salud. Ojalá continúen así las cosas, y ojalá que la pasión que Chavez siente por todo eso no desvanezca con el efecto debilitante de la radioterapia. Luego sólo hay que esperar que el comunismo obre su magia.