Santa Cruz de la Sierra, 6 de mayo de 2008 | Che Guevara, el icono de los resentidos y revolucionarios del mundo, fue asesinado en La Higuera en octubre de 1967, no muy lejos de aquí. Aunque han pasado más de cuarenta años desde entonces, un proyecto de corte totalitario, dizque pro indigenista, que crea y exacerba tensiones raciales, acaba de ser asesinado, otra vez aquí. Algunos pensaran que los dos hechos no guardan relación. No obstante, históricamente este departamento ha tenido un rol preponderante en la política boliviana, y aun cuando solo tres Cruceños han logrado ascender al Olimpo político del país, no deja de ser cierto que actitudes e iniciativas emprendidas aquí han cambiado el panorama departamental y nacional. Así pues, la aprobación del estatuto autonómico el pasado domingo no solo constituye una bofetada a Evo Morales y sus patrones venezolanos y cubanos, sino que demuestra que el proyecto hegemónico conjunto no logra salvar obstáculos democráticos.
La maquinaria propagandística al servicio de los gobiernos de Bolivia, Venezuela, Ecuador y Cuba se encargo de crear una matriz de opinión, que le dio la vuelta al mundo: la guerra estaba a punto de comenzar. El ejercicio de la democracia a través del voto, sin duda, aceleraría el desenlace apocalíptico. Misiones dizque diplomáticas del gobierno boliviano fueron despachadas al organismo hemisférico a impedir, entiéndase bien, que los bolivianos expresaran su voluntad en las urnas, y no retornaron sin antes hacer las paradas consultivas respectivas en Caracas y La Habana. Vaya demócratas. En vista del fracaso diplomático, cambio la morfología del mensaje: ahora el referendo era “ilegal”, nótese el error conceptual, no inconstitucional sino ilegal. La prensa internacional si compro este concepto y lo repitió hasta la saciedad.
Periodistas del mundo acudieron a la cita, probablemente a reportar la “guerra” que se cernía en el departamento de Santa Cruz. A nivel interno Evo Morales se aseguro de fomentar la inestabilidad enviando a brigadas de “movimientos sociales” que se opondrían a la consulta. De igual forma, el jefe del ejército y algunos altos personeros de su gabinete llegaron al lugar.
Llego el domingo. Brotes esporádicos de violencia ocurrieron. En el Plan 3000, barrio habitado por 250.000 personas, grupos de radicales masistas robaron material electoral de dos centros de votación y destruyeron una efigie de la Virgen de Urcupiña. El altercado no duro debido a la rápida acción de efectivos policiales del Plan Cerco, dirigido por el coronel Ramiro Valdivia. La Corte Departamental Electoral repuso el material electoral, lo cual permitió que muchas personas votaran. No fue ese el caso en San Julián, donde grupos de facinerosos pro gobierno impidieron la votación en varios lugares, lo cual impidió que 46.000 bolivianos inscritos en esa circunscripción electoral participasen. Algo similar ocurrió en Yapacani. No obstante los sucesos, que en su conjunto no llegaron a afectar a más del 4% de los centros de votación, la jornada transcurrió en un clima de calma. No había bajas que reportar al final de la “guerra”, la única muerte anunciada, de Benjamín Ticona, no se produjo por ingesta excesiva de gases lacrimógenos sino por causas naturales antes de que comenzaran los disturbios, según declaraciones del ministro Alfredo Rada.
El espíritu guerrerista del Che fue asesinado por vez segunda en Santa Cruz, con el arma más efectiva que tiene la democracia: el voto.